Los hijos de Isabel II, montaron guardia de su féretro vestidos de gala

INTERNACIONAL

Ante la relevancia de la ocasión, el príncipe Andrés tenía el visto bueno para vestir uniforme militar, pese a haber sido apartado de las tareas oficiales de la familia real

PUENTE INFORMATIVO/Matamoros

Carlos III, Ana, Andrés y Eduardo, hijos de Isabel II, quedaron inmóviles y en uniforme de gala, custodiaron durante cerca de 15 minutos los cuatro costados del ataúd de su madre.
Ante la relevancia de la ocasión, el príncipe Andrés tenía el visto bueno para vestir uniforme militar, pese a haber sido apartado de las tareas oficiales de la familia real. También lo podrá lucir el sábado el príncipe Harry, nieto de la reina, en un tributo similar.
La princesa Ana ha participado por primera vez en la conocida como “vigilia de los príncipes“, una tradición que se inició con la muerte en 1936 de Jorge V y que estaba hasta ahora vetada a las mujeres. En 2002, cuando murió la reina madre, Carlos, Andrés y Eduardo estuvieron acompañados en la vigilia por su primo el vizconde David Linley, mientras que Ana quedó apartada.
Los 16 kilómetros reservados a lo largo de la orilla sur del río Támesis para la fila de ciudadanos que quieren dar su último adiós a Isabel II quedaron este viernes desbordados, hasta el punto de que el Gobierno se vio obligado a impedir que nadie más se uniera a la fila durante más de seis horas.
La fila reabrió por la tarde, pero las autoridades han advertido que durante el fin de semana la espera puede alcanzar las 24 horas y de que aquellos que pasen la noche a la intemperie se enfrentarán a bajas temperaturas.
En el interior de Westminster Hall, la majestuosa antesala de la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores del Parlamento británico, día y noche se ha mantenido una ininterrumpida corriente de personas que se inclinan al pasar frente al féretro de la soberana.
Ciudadanos de orígenes y edades diversos, procedentes de distintos puntos del Reino Unido, se han unido a una procesión en la que se estima que habrán participado unas 400.000 personas cuando cierre la capilla ardiente, el lunes a primera hora de la mañana.
Como pudo constatar EFE en el interior de la sala, algunas personas llegan a Westminster de riguroso luto, mientras que otras visten de manera informal, incluso con camisetas deportivas y atuendos coloridos, pero el ambiente en el interior del gran salón medieval, construido en el año 1097, se mantiene sombrío y en riguroso silencio.
La multitud cumple estrictamente la prohibición de no utilizar teléfonos móviles en la capilla ardiente, por lo que nadie puede sacar sus propias fotografías de un evento que ya forma parte de la historia del Reino Unido. La emoción del momento hace que no pocas personas rompan a llorar al pasar ante el féretro.